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13 septiembre, 2019 / Carmelitas
¿Disminuir nuestras obras para salvar el carisma? Capítulo General, Carmelitas. 12 septiembre 2019

El día 12 de septiembre del Capítulo General fue un día de reflexión. Nos ayudaron en la meditación, por la mañana, el P. Michael Casey, OCSO y, por la tarde, la profesora Bruna Costacurta. Ambos se aproximaron al tema del Capítulo “Vosotros seréis mis testigos de generación en generación”. El P. Michael Casey, desde la vida espiritual y consagrada, presentó la charla con el título: “Tradición, desafíos y testimonio. Meditación para el Capítulo General de los Carmelitas, 2019”. La profesora Bruna Costacurta, desde la reflexión bíblica, se centró en el profeta Elías con la charla: “Testimonio profético para la generación de hoy”. De sus reflexiones destacamos cuatro pensamientos:

1.- Tradición. Una tradición no se extingue sólo por fuerzas externas. Si se desvanece es, a veces, porque quienes la mantienen se desaniman y no tienen discernimiento para reaccionar y abrirse a un futuro que está demandando conversión. Una imagen ilustraría este pensamiento. Imaginemos que somos un tenista que tiene que devolver las pelotas más difíciles que se le presentan en el juego. Nadie tomaría en serio a un tenista que quisiera jugar sólo aquellos puntos que le resultaran cómodos. En el juego el jugador no sabe qué tipo de pelota le lanzará su oponente. Tiene que estar entrenado no sólo para defenderse del golpe de su contrincante, sino de manera creativa, devolverle el golpe de manera inesperada. Un tenista amateur puede ser diferente, pero de un jugador profesional se espera que pueda devolver cualquier pelota que se le presente por delante.

2.- Desafío. Deberíamos dar cierta prioridad a aquellas actividades que están más estrechamente relacionadas con nuestro carisma, reconociendo que, en estos tiempos, en algunas latitudes, la renovación es más una cuestión de resta que de suma. El cardenal Braz de Aviz, en 2012, subrayó en un Congreso benedictino: “Aunque parezca increíble, debemos tener la valentía de disminuir nuestras obras para salvar nuestro carisma”.

3.- Testimonio. Requisito es “ser lo que somos”. La única forma de dar testimonio es que seamos lo que somos en la vida cotidiana. De aquí procede el verdadero milagro de la renovación y la transformación: “Conviértete en lo que estabas destinado a ser y prenderás fuego a toda Italia” (Catalina de Siena).

4.- El profeta Elías es modelo del proceso de transformación del carmelita.

4.1.- Elías, profeta de reconciliación. Elías es un instrumento de reconciliación entre Dios y el pueblo en medio de una situación de extrema necesidad (sequía, la falta de lluvia, la muerte). El final de su pleito y disputa es la reconciliación para sacar al otro del círculo del mal. A diferencia del juicio que pide la condena del culpable, en el rîb (pleito, disputa) no hay condena. Es más, es evitada para que el malvado se convierta. Hay denuncia del mal en cuanto mal, pero como mal que ha sido perdonado y vencido si el culpable lo acepta. Jesucristo es el justo que ofrece un perdón que quita el pecado y libera del mal los hombres para siempre.

4.2.- Elías, hombre de silencio. Es del silencio personal y comunitario desde donde brota la verdadera justicia. Jesucristo responde con el silencio y se hace víctima de cualquier acusación para liberar a todos los hombres. ¿Cómo respondemos a esta generación? ¿Sabemos transformar, como Elías, la muerte en vida? Elías se pone al servicio de Dios y se hace intercesor de su misericordia. También tenemos hoy que decidir entre el bien y el mal, pero desde el amor del que lleva perdón, del que no juzga, sino del que se pone al lado de los hombres buscando la verdad. Este servicio nos llevará a la persecución y a la renovación de nuestra fidelidad a Dios a través de la escucha obediente a su Palabra.

4.3.- Palabra de Dios y fidelidad. Llamada a la fidelidad creativa que va más allá del precepto y formalismo y que se abre a una obediencia interior filial, que interioriza y hace ya suya la Palabra. El ejemplo de Tobit es muy enriquecedor: un hombre justo y fiel, que iba con frecuencia al templo, ofrecía las primicias y el diezmo, cuando llega la desgracia del exilio, ya no puede hacer lo mismo para servir a Dios. Tobit no se queda bloqueado, sigue siendo fiel y creativo para servir a Dios y al prójimo, pero de forma diversa: ya no puede dar primicias y diezmos, pero dará limosnas a los pobres; ya no podrá frecuentar el Templo, pero extenderá su piedad dando sepultura a lo muertos. Tobit se reinventa, sigue siendo fiel a Dios, pero adaptándose a las nuevas circunstancias del exilio. Ese es nuestro desafío.

 

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