
A lo largo de 800 años de historia, dos grandes figuras bíblicas han servido de inspiración a los Carmelitas: María, la madre de Jesús y Elías, el profeta de fuego del Monte Carmelo.
Ambos han ayudado a las comunidades Carmelitas en su intento por llegar a ser contemplativas-activas, orantes-proféticas, y reflexivas-apostólicas.
María y Elías, como modelos humanos, sintieron miedo cuando se cuestionaron así mismos cuál sería el mejor camino a seguir en sus vidas, al igual que nosotros, también tuvieron que enfrentar preguntas difíciles y se vieron afectados por las decisiones que tomaron.
La viña que yo sembré nunca la olvidaré. Aunque la haya dado a otros para que la cultiven, jamás la abandonaré mientras el mundo sea mundo […] Yo seré el carro y el auriga del Carmelo. Y cuantos crean estar huérfanos […] encontrarán siempre en mí a la más tierna de las Madres

La viña que yo sembré nunca la olvidaré. Aunque la haya dado a otros para que la cultiven, jamás la abandonaré mientras el mundo sea mundo […] Yo seré el carro y el auriga del Carmelo. Y cuantos crean estar huérfanos […] encontrarán siempre en mí a la más tierna de las Madres
