
Indistintamente del trabajo que estemos realizando, el ministerio pastoral carmelita tiene por objeto ayudar a las personas a encontrar la presencia de Dios en sus vidas y en el mundo.
Como carmelitas, les ayudamos a encontrar a Dios en cada aspecto de la vida, ya que el Dios de la vida está en todas partes. Nosotros encontramos a Dios, y ayudamos a otros a que lo descubran, en cada ser humano, experiencia y acontecimiento de la vida.
Los carmelitas somos sacerdotes, maestros, directores espirituales y porteros. Al mismo tiempo también somos abogados, médicos, científicos, y capellanes en las cárceles. No hay una actividad específica que nos defina como carmelitas. Oramos por dar respuesta en libertad a las necesidades humanas, donde quiera que las encontremos.
Coma fraternidad contemplativa, buscamos el rostro de Dios también en el corazón del mundo. Creemos que Dios ha establecido su morada en medio de su pueblo y, por eso, la fraternidad del Carmelo se siente parte viva de la Iglesia y de la historia: una fraternidad abierta, capaz de escuchar y de dejarse interpelar por su propio ambiente, dispuesta a recoger los retos de la historia y dar respuestas auténticas de vida evangélicas, basadas en su propio carisma, solidaria y dispuesta, así mismo, a colaborar con todos los hombres que sufren, esperan y se comprometen en la búsqueda del reino de Dios (Const. 21)

Coma fraternidad contemplativa, buscamos el rostro de Dios también en el corazón del mundo. Creemos que Dios ha establecido su morada en medio de su pueblo y, por eso, la fraternidad del Carmelo se siente parte viva de la Iglesia y de la historia: una fraternidad abierta, capaz de escuchar y de dejarse interpelar por su propio ambiente, dispuesta a recoger los retos de la historia y dar respuestas auténticas de vida evangélicas, basadas en su propio carisma, solidaria y dispuesta, así mismo, a colaborar con todos los hombres que sufren, esperan y se comprometen en la búsqueda del reino de Dios (Const. 21)
