Los días 11 y 13 de octubre respectivamente, en la Parroquia carmelita de S. Isidoro obispo y en el Colegio Virgen del Carmen de Vila-real, se celebraron sendas vigilias de oración por las vocaciones al Carmelo.
Valencia, 11 de octubre, 21.30 a 22.45. La comunidad carmelita de san Isidoro convocó a los feligreses y a un grupo de jóvenes para celebrar una adoración eucarística y pedir al Dueño de la mies por el don de las vocaciones a la Orden del Carmen. Presidió el rezo de completas y la adoración el P. Alejandro López-Lapuente Villalba, maestro de novicios. Los novicios carmelitas fueron las encargados de dirigir la celebración litúrgica y acompañar los cantos de la meditación. Acabada la adoración, la comunidad carmelita pudo compartir con algunos jóvenes de la parroquia. Algún joven de san Isidoro está visitando el noviciado carmelita de Salamanca y siguiendo un proceso de acompañamiento espiritual para discernir su vocación.
Vila-real, 13 de octubre, 19.30. Una representación del grupo JUCAR junto con los novicios carmelitas del Convento de san Andrés, Salamanca, dirigieron una oración vocacional en el Colegio Virgen del Carmen de Vila-real. Presidió la oración el P. Alejandro López-Lapuente Villalba, maestro de novicios, y la comunidad del noviciado de Salamanca. El lema que presidió la oración fue, parafraseando el texto de Teresita del Niño Jesús, “Mi vocación es el amor”. D. Héctor Mas fue el encargado de dirigir la celebración y las antífonas cantadas de la meditación. Finalizada la oración, en un momento fraterno se compartió el ágape.
Señor, Jesús, que llamaste a tus apóstoles
para hacerlos pescadores de hombres,
continúa llamando a tu a numerosos jóvenes,
hombres y mujeres que,
respondiendo generosamente a tu llamada,
entreguen su vida entera a tu servicio
y a la construcción de tu Reino sobre la tierra.
Sostén en sus fatigas apostólica as a tus misioneros.
Da la perseverancia en su vocación
a las almas consagradas a tu alabanza
y a interceder ante ti por la necesidades de todos los hombres.
Manda, Señor, trabajadores a tu mies, para que siembren,
cultiven y hagan fructificar tu Palabra redentora.
María, Madre de la Iglesia, Patrona y Hermana nuestra,
mantén siempre florecida la vid de tu Carmelo,
acreciéntala con nuevas vocaciones
que viviendo la fraternidad apostólica
den frutos abundantes de santidad
y sean siempre ante el mundo
testigos válidos del amor de tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo en la unidad el Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
