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Rincón carmelita

11 febrero, 2020 / Carmelitas
Lourdes y el Carmelo

¡Feliz fiesta de Nuestra Señora de Lourdes!

En comunión con los enfermos, por quienes hoy toda la Iglesia intercede de forma especial, aprovechamos esta fiesta mariana de llamada a la conversión para continuar aprendiendo de la Virgen, nuestra Madre y Hermana. ¿Tiene algo particular que decirnos la Virgen de Lourdes a los carmelitas?

Volvamos al año de las apariciones a santa Bernardita Soubirous, 1858. La primera manifestación la Virgen a la pequeña acaeció tal día como hoy, 11 de febrero. Se sucedieron las apariciones (véase aquí una crónica de ellas), se divulgó el caso con la desconfianza de las autoridades civiles y eclesiásticas, ¡menudo calvario debió vivir la pobre chiquilla!

Pasan los meses, y se suceden nuevos encuentros entre Bernardita y María. Llega el mes de julio. Ya hace más de tres meses que Bernardita Soubirous no ha tenido ninguna aparición de aquella que, el pasado 25 de marzo, se presentó a ella con el revelador título de: «Yo soy la Inmaculada Concepción».

De hecho, la última aparición remonta al miércoles de Pascua, el 7 de abril de 1858. Desde entonces muchos acontecimientos han tenido lugar en la gruta, sin que Bernardita participe en ellos, ni de cerca ni de lejos. La confusión que reina durante cierto tiempo, obliga a las autoridades a prohibir el acceso a la gruta desde el 15 de junio. Colocan carteles, tablas y barricadas. Poco después, por cuestión de una situación explosiva, el obispo también prohíbe a los católicos que vayan a la gruta. Dos semanas después, el ambiente se ha calmado un poco, el obispo levanta su prohibición. María puede volver a Massabielle.

El 16 de julio por la tarde, Bernardita siente de nuevo la atracción irresistible que la lleva a la gruta. Es un sentimiento que conoce muy bien, pero que no había notado desde hacía tiempo. Se va pues acompañada por su tía Lucile Castérot, la menor de sus tías que tan solo tiene 20 años. Se adapta a las circunstancias. Por una parte lleva ropa prestada, demasiado grande para ella, para que no sea reconocida. Por otra parte, elige un itinerario para no ir directamente a la gruta, sino frente a ésta. Cruzan el río Gave, quedándose en la orilla derecha de la corriente de agua.

Bernardita se arrodilla frente a la gruta, pero a una cierta distancia de la cavidad. Son más o menos las 22.30 h. Lentamente, como le enseñó la Virgen María, hace la señal de la cruz. Después empieza a rezar el rosario.

A su derecha, la tía Lucile, a su izquierda dos muchachas miembros de la cofradía parroquial de las Hijas de María con una vela encendida cada una. Es casi ya de noche, pero con la luz de las velas, sus tres vecinas pueden ver la cara transfigurada de Bernardita, resplandeciente de una felicidad de otro mundo.

La Virgen Inmaculada se encuentra pues allí, por la decimoctava vez. No intercambiaron palabra alguna. La Virgen permaneció en silencio. ¡Oh, silencio y contemplación del Carmelo! Sin embargo entre la Madre de Dios y la joven de Lourdes la comunión es intensa. Después de esta última aparición, Bernardita dirá sencillamente de María: «Jamás la había visto tan bella». También precisará que había visto a la Santísima Virgen como durante las otras apariciones, es decir, muy cerca de ella.

Sorprendentemente, la Virgen María, en su última aparición a los pastorcitos -Francisco, Jacinta y Lucía- de Fátima (Portugal) , el 13 de octubre de 1917, eligió también manifestarse bajo el aspecto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, es decir, revestida con el hábito carmelita, la Virgen del Escapulario…

 

 

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