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22 enero, 2022 / Carmelitas
P. Rogelio Mur Aguilar: un carmelita al servicio de Puerto Rico. 22 enero 2022

El P. Rogelio Mur Aguilar, carmelita, ha fallecido esta madrugada, 22 de enero de 2002 en Puerto Rico.

El P. Mur, como se le conocía nació el 16 de septiembre de 1932, en un pueblecito de Huesca (España). Ingresó en el Carmelo, en el año 1946, y emitió su primera profesión temporal, en Onda (Castellón), en el año 1949. Realizó su profesión solemne en el año 1953, y fue ordenado sacerdote el 24 de junio de 1956. Muy pronto fue destinado a Puerto Rico, como coadjutor de la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Morovis. Allí, en Puerto Rico, sirvió con dedicación y celo al pueblo de Dios. Como reconocimiento a su labor, en el año 2002, san Juan Pablo II, le concedió la medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”, la cual le fue impuesta por Mons. Ulises Casiano. Es el mayor título que la Iglesia concede a un religioso. En el año 2011, Mons. Álvaro Corrada del Río, Obispo de la Diócesis de Mayagüez, lo confirmó como Vicario de Pastoral y le encomendó la Administración Diocesana. Desde su ordenación sacerdotal, acompañó como Delegado a las monjas carmelitas de las Antillas. Sus últimos años estuvo destinado en la Parroquia de san Antonio de Abad de Añasco (Puerto Rico).

Publicamos la última entrevista realizada al P. Rogelio Mur el domingo, 16 de enero de 2022, en la versión impresa del semanario católico El Visitante de Puerto Rico.

Sus pasos lo delatan porque cada una de sus huellas en tierra boricua tienen tres marcas: el Carmelo, el Evangelio y del servicio. Se trata de P. Rogelio Mur Aguilar, O. Carm., simplemente conocido como Padre Mur. Aunque es español, no se siente extranjero en Puerto Rico. Claro, es que literalmente se ha gastado aquí por espacio de 62 años.

Nació en Seira, un pueblito rural de Aragón, España. Cuando apenas era un niño su familia tuvo que emigrar a Francia obligada por la violencia de la Guerra Civil Española. Regresa a sus 10 años. Aún recuerda el 8 de septiembre 1949 cuando hizo su primera profesión al ingresar a la Orden Carmelita, y cuando fue ordenado sacerdote el 1956 y su llegada a Puerto Rico el 28 de mayo de 1959. Desde el 1988 se encuentra sirviendo en la Diócesis de Mayagüez.

Es importante destacar que este fraile carmelita tiene fuego pastoral en su corazón porque ha sido motor de muchos procesos pastorales y ha sido uno de los pilares de la Misión Continental, así como del proyecto nacional de pastoral. Además, no solo ha mostrado un gran respeto por la cultura puertorriqueña, sino que ha sido un promotor de ella en las parroquias y proyectos donde ha laborado. Además, ha sido fiel colaborador y gestor de iniciativas de este Semanario católico.

La gesta sacerdotal del P. Mur es digna mencionar. Aquí un resumen. Laboró en las parroquias: Nuestra Señora del Carmen de Morovis, Nuestra Señora del Rosario de Ciales, Santa Teresita de Santurce, La Resurrección de Mayagüez siendo su primer párroco (1988) y San Antonio Abad de Añasco. Formó parte del equipo de frailes carmelitas que fundaron la orden en República Dominicana. Destacó como Superior Carmelita en Puerto Rico. Y fue Vicario en tres Diócesis. Primero, Vicario de Pastoral de la Diócesis de Arecibo durante el gobierno de Mons. Alfredo Méndez González, primer Obispo de Arecibo. Luego, fue Vicario Episcopal de la Zona de Santurce del Cardenal Luis Aponte Martínez, de feliz memoria. Y en las últimas décadas fue Vicario de Pastoral y ecónomo de la Diócesis de Mayagüez con Mons. Ulises Casiano Vargas, primer Obispo, y Mons. Álvaro Corrada del Río, segundo Obispo. Y ecónomo de Mons. Ángel Luis Ríos, tercer Obispo de Mayagüez. Además, miembro de la Junta de Síndicos del Hospital La Concepción de San Germán por más de 30 años.

Al recordar parte de su historial, con el carácter y determinación que siempre le destacan, renegó de cualquier alarde y hasta un poco molesto contestó con estas tres simples frases: “he hecho lo que he podido hacer”, “he querido ser útil para la Iglesia y de provecho para la orden carmelita” y “todo eso es para la gloria de Dios”.

Aunque en los últimos meses Padre Mur ha sufrido un deterioro de su salud y se mantiene en tratamientos, explicó que para él estos últimos 62 años en Borinquen han sido un tiempo de felicidad y de profunda gratitud a Dios porque ha tenido la posibilidad de hacer camino en distintos proyectos pastorales. “Han sido 62 años (pausa). Sí, he entregado mi vida aquí (pausa). Me siento muy feliz por la posibilidad de trabajar en esta bendita tierra y de poder ser acogido por la gente”, dijo Padre Mur con voz reflexiva.

A la interrogante de qué significa ser carmelita, contestó: “Es mi vida. Todo se lo debo al Carmelo. El Carmelo me acogió, me apoyó, me ayudó y me educó. Pertenezco al Carmelo”.

Sobre la pastoral, recalcó que se debe continuar el fortalecimiento de la formación de seglares y la responsabilidad de ellos para emprender procesos. Y añadió que hay que combatir el clericalismo. “Hay que romper con eso. El tiempo del laicado ya ha comenzado hace un tiempo. El rol del laico es indispensable para el futuro de la Iglesia en Puerto Rico”, puntualizó.

Entre varias anécdotas y recuerdos, reveló que fue en Morovis, luego del Concilio Vaticano II, que preparó unas 10 parejas para que empezaran un curso de  preparación para el matrimonio y que ya cuando era Vicario en Arecibo había un grupo de laicos de varios pueblos que daban fuertes indicios de asumir roles en la Iglesia. Como un detalle, reveló que su parte preferida de la Biblia es el Evangelio de Juan y las cartas de San Pablo.

Realmente, Padre Mur es un digno ejemplo de la incansable labor de los frailes carmelitas al servicio del pueblo de Dios que peregrina en Puerto Rico.

Cortesía del Visitante. Publicado por Enrique I. López López.

 

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