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Pastoral

2 abril, 2020 / Carmelitas
Pastoral. María Dolores López Guzmán: Simon Wisenthal y “los límites del perdón”

Dña. Mª Dolores López Guzmán, Doctora en Teología Dogmática-Fundamental por la UPComillas, en el IV Seminario de la Colección Textos para un Milenio (2013), celebrado en la Parroquia Sta. Mª del Monte Carmelo, presentó una conferencia sobre las víctimas y el perdón publicado posteriormente en Dignidad y resistencia. Compromiso con las víctimas (San Pablo; Madrid 2015) 295-320. En aquel encuentro, reenvió a otros escritos suyos que podrían iluminar este tema tan actual, Desafíos del perdón después de Auschwitz. Reflexiones de Jankélevitch desde la «Shoa» (2010), Estrategias de diálogo y reconciliación (2012), y nos recomendó una lectura para la reflexión:

Simon Wisenthal, S., Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales de una decisión (Barcelona 2006).

https://kupdf.net/download/los-l-iacute-mites-del-perd-oacute-n-simon-wiesenthal_5afdddb9e2b6f54818d664e8_pdf

Así empieza la charla de Dña. Dolores López Guzmán:

Introducción.

A medida que cumplimos años vamos recibiendo –y propiciando- golpes, heridas, que tras curar a veces se reabren y algunas otras que son para toda la vida; así, a veces, hemos tenido que pedir perdón, y, otras veces, hemos tenido que perdonar. Tenemos que reconciliarnos con nuestras heridas. Para ponernos en situación quiero contaros primero una historia auténtica sucedida en la Alemania nazi y contada por su protagonista.

Una historia de hombres.

Como todos conocemos, en aquella época y circunstancias se vivieron momentos y escenas terribles por su inhumanidad, y fue en los campos de concentración donde la crueldad fue elevada al máximo. Había dos tipos de campos, los de trabajo y los de exterminio; a estos últimos se llevaba a los prisioneros ya inútiles para el trabajo. La historia, auténtica, es referida por Simon Wiesenthal. Es de tres judíos, a quienes un día los soldados sacan del campo y son llevados a un hospital alemán donde los soldados heridos están ingresados. Allí son llevados estos prisioneros no para ser atendidos, sino para que se ocupen de las tareas de limpieza. Sin duda – nos podemos imaginar- para limpiar lo más desagradable.

Un día, mientras estaban limpiando, una enfermera coge del brazo a uno de ellos y le lleva a una habitación. Sin decirle nada, abre la puerta, le empuja adentro y cierra la puerta tras él. La habitación estaba en penumbra y, cuando sus ojos se acostumbran, ve que hay una cama y en ella yace un soldado herido. El soldado se llamaba Karl. Karl le pide que se acerque y le dice que ha pedido a la enfermera que le traiga a un judío porque quiere pedir perdón -Karl siente que se muere- por las atrocidades cometidas contra los judíos -de las que hace un recuento-. Relata como en una ocasión incendiaron una casa con todos sus habitantes dentro (mujeres, ancianos, niños) y cómo acribillaban a los que huían del incendio. “Quiero pedirte perdón a ti como representante de este pueblo al que hemos masacrado”. Cuando termina el relato se hace el silencio. El judío, en su relato, cuenta sus pensamientos: “Un superhombre le pide a un subhumano que haga algo sobrehumano”.

Al final del relato el judío se pregunta: “¿… después de haber leído este lamentable y trágico episodio de mi vida, tu que habrías hecho en mi lugar?”.

Para seguir leyendo pincha aquí:

El perdón, Dolores Guzmán, Madrid 2014

 

 

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