-----84

Rincón carmelita

4 abril, 2020 / Carmelitas
El icono de la Madre de Dios de la Pasión (VI) – Los pies y las sandalias del Niño

A lo largo de las reflexiones presentadas sobre el icono de la Madre de Dios de la Pasión, el pie descubierto del niño Jesús, del que cuelga la sandalia sujeta a él por la correa, nos ha causado curiosidad.

Provistos ya de algunos puntos de referencia del icono, y considerando la misión redentora del Hijo de Dios — que vino a salvar a la humanidad, herida por el pecado, sin dudar en desposarse con ella en la cruz con lazos de amor—, podemos abordar la cuestión de ese pie y de la “colgante” sandalia. Sobre este particular, algunos comentaristas optan por una interpretación psico-afectiva de la reacción de Jesús: “asustado” ante la Pasión que se le viene encima, corre a refugiarse en los brazos de su Madre, y en esa carrera, quizás por la agitación, se le sale la sandalia. Esta interpretación evidencia la dimensión humana de Jesús, verdadero hombre. Ahora bien, hemos querido pedir a un hermano carmelita —el p. Salvador Villota O.Carm.— que nos ofreciera una lectura bíblica al respecto. He aquí su enjundiosa aportación:

Contemplando el icono nos damos cuenta de que el rostro del Niño no muestra susto ninguno, sino serenidad y firmeza, algo que concuerda con el testimonio de los evangelios, según el cual Jesús nunca “corrió” lejos de la pasión, sino que, por el contrario, fue cara a ella. Como afirma el Profesor Aldo Marcos de Castro Paz, Jesús inclina su cuerpo como el Siervo de YHWH, entregado a hacer la voluntad del Padre, a la que también María dijo su “fiat”.

La revelación bíblica, de la que brota y se alimenta la tradición iconográfica, ayuda a profundizar en el significado de este detalle de las sandalias y de los pies. Sin abundar en la explicación ni en los detalles de los distintos rasgos, puede hacerse una distinción entre los aspectos que se vislumbran en el icono en sí mismo (ad intra) o aquellos que suscita en el que mira, en que se acerca a contemplarlo (ad extra).

La mirada a los pies-sandalias en el marco interno del icono

    • Si María, llena del Espíritu Santo (color rojo), simboliza la Casa de Dios — el seno fructífero del Padre, Jn 1,18 —, Jesús se queda junto a ella y en ella, pues sus pies, a diferencia de la Necedad (Pr 7,11), permanecen en casa y no se desvían hacia el mal (Cf. Pr 3,23; 6,18; Sl 73,3; Jr 18,22). El Hijo se queda en casa para siempre (Jn 8,35); las sandalias, una simple suela, es signo de estar en casa, que el pie “descalzado” remarca.

    • Los pies señalan el destino e inclinación a cumplir lo que es moralmente justo, la voluntad de Dios (Cf. Job 23,11; 31,5). Para Jesús no hay otro alimento que “hacer la voluntad del Padre” (Jn 4,34), que es el sumo bien; y llegada la hora – “calzado completamente”- “correrá” sabio y ligero a realizarla (Cf. Jn 12,27-28; 18,11).. Sus pies no se alejarán del querer del Padre, sino que se orientarán hacia esa cruz que sus ojos miran. Allí sus pies, “ya descalzos”, serán clavados, en su “paso” a la Casa del Padre, donde, en cuanto Hijo, siempre estuvo. El juego “calzado” – “descalzo”, presente en el icono, se cumplirá plenamente en ambos aspectos llegada la hora (de la pasión).
    • En el AT, los pies son usados también para indicar el cuidado y la guía providente de Dios hacia su pueblo Israel: Dios “guarda los pies” de sus fieles (1Sam 2,9), “no deja que vacilen nuestros pies” (Sl 66,9), “ni tropiece” (Sl 91,12; con carácter mesiánico en el Sl 121,3). Jesús, que hace realidad histórica en su persona lo anunciado en los salmos, será tentado por el diablo a “tropezar con su pie” (Cf. El diablo cita el Sl 91,11-12 en Mt 4,6), pero se mantendrá “refugiado” a la sombra del Altísimo, al que María representa en el icono; y los ángeles (aquí representados por los arcángeles Miguel y Gabriel) le servirán (Cf. Mt 4,11). Jesús es, además, el Buen Pastor que cuida de sus ovejas (Jn 10,10-11) y da la vida por ellas en la cruz (bien representada por los signos que sostienen y le presentan los arcángeles). Sus ligeras sandalias — y no botas de soldado — muestran, asimismo, su mansedumbre y la certeza de que “guiará nuestros pies por el camino de la paz” (Lc 1,79).
Los patriarcas nómadas raramente utilizaban calzado. Cuando lo llevaban, consistía en unas simples sandalias: una suela de cuero fijada al pie mediante correas. Se estima que hacia el año 1.000 a.C. todo israelita libre disponía de un par de sandalias. Con el tiempo pasaría a ser signo de poder. Echar la sandalia sobre un lugar equivalía a tomar posesión de dicho lugar. Quitar las sandalias era tarea propia de los esclavos. (Cf. pág 5)
    • Los pies eran utilizados para simbolizar la derrota del enemigo. Como se narra en el libro de Josué, el vencedor ponía el pie sobre la garganta o cuello del vencido (10,24). La antigua serpiente será pisada por el descendiente de Eva (Cf. Gn 3,15). Jesús ha pisado la cabeza del “Príncipe de este mundo” y reina hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies (Cf. Sl 110,1; 1Cor 15,25). La cruz, hacia la que mira, es el arma a través de la cual, con su amor inmenso, vencerá y pisoteará al Maligno.

    • Echar la sandalia sobre algún lugar denotaba su toma de posesión, de señorío (Cf. Dt 25,9; Rut 4,7-8; Sl 60,10; 108,10). Y, para demostrar que se había llevado a cabo un rescate o una transacción, uno se quitaba la sandalia y se la daba al comprador, para simbolizar la transmisión del derecho de propiedad (Rut 4,7.8). Se podría ver también en el icono que Jesús “deja” caer la sandalia y la echa sobre la tierra, sobre la humanidad, de la que va a tomar posesión echando del mundo al Maligno (Jn 12,31).
El pariente entrega a Booz el zapato (halitzá). Salterio de Baltimore, Oxford (Inglaterra), 1230-1240. Baltimore, Walters Art Gallery, Ms. W.106, fol. 18v
    • Para indicar un trabajo humilde, efectuado por siervos, se empleaba la expresión: “desatar las correas de las sandalias (Cf. Mc 1,7; Lc 3,16; Jn 1,27; He 13,25). Juan el Bautista reconoce su indignidad para desatar las sandalias de Jesús y enfatizar así la incomparable grandeza de “Aquel que venía detrás de él”. Además, en un contexto nupcial, sólo el esposo tenía el derecho de ejecutar el gesto que expresa el rescate de la novia (Rut 4,7-8; Cf. Rut 1,11-16; Dt 25,9-10); posteriormente, será la novia, desposada y amada, la que desatará la correa de las sandalias al novio-amado. Israel era considerado la esposa del Señor (Os 2,21; Ez 16,8; Is 62,4-5); y en el NT, la Iglesia es la Esposa de Cristo (2Cor 11,2; Ef 5,25-31; Ap 21,2; 22,17); el Bautista, amigo-testigo del novio que ha preparado a la novia (Cf. Jn 3,29), reconoce que Jesús es la cabeza del pueblo de los últimos tiempos, y María simboliza a la Iglesia, Esposa del Mesías (Cf. Jn 3,29).
    • El gesto de desatar las sandalias” y lavar los pies, queda simbolizado en el “lavatorio de los pies” como signo del amor mutuo que deben tener los discípulos entre sí (Jn 13,1-20.34-35).

Lavarse los pies era una necesidad y la realizaban, normalmente, los esclavos de condición más baja (o paganos, dentro del ámbito hebreo; Cf. 1Sam 25,41). Debía presentarse al menos agua para lavarse (Cf. Gn 18,4; Lc 7,44), ya que se había convertido en un signo de hospitalidad (Cf. Lc 7,44; Jn 13,5-7; 1Tim 5,10). Jesús realizó este servicio voluntariamente, como signo de su entrega de amor hacia los suyos en la pasión y muerte en cruz, y como ejemplo de servicio, humilde y amoroso, que tendrán que seguir sus discípulos, desatándose mutuamente las sandalias y lavándose los pies.

    • La privación de sandalias y de toda vestimenta superflua marcaba la triste condición de los cautivos (Is 20,2), y también era señal de aflicción (2Sam 15,30). Jesús tiene un pie calzado y otro “descalzo”:

El pie calzado (izquierdo) señala su filiación divina, es el Hijo unigénito (Cf. Lc 15,22);

su pie “descalzo” (derecho) indica su realidad de Siervo.

Ambos subrayan su humildad, su hacerse “cautivo” para cargar sobre sí con toda nuestra “aflicción”: Él es el Hijo de Dios que se abaja y vacía hasta hacerse hombre, y continúa su abajamiento siendo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Cf. Flp 2,1-11).

    • Al entrar o pisar un lugar o tierra santos, uno debía “quitarse las sandalias” (Cf. Ex 3,5; Jos 5,15). En el relato de la zarza ardiente, Dios le pedirá a Moisés que se descalce. Pisaba terreno sagrado. Se acercaba al misterio de Dios que también afectaba a su propia alma. María, llena de gracia, ha dado a luz virginalmente a Jesús, el Verbo de Dios encarnado. Jesús, con su pie descalzo, nos enseña a acercarnos humildemente a lo “sagrado”: a María, en la que Dios revela su presencia “encarnándose”, y a Jesús mismo (pie calzado por se el Hijo) que es el centro de nuestro propio ser. Nadie podrá entrar en su propia alma para unirse con Cristo sin “descalzarse”.

    • Los pies simbolizan la llegada” de quienes traen buenas y alegres noticias: Is 52,7. Jesús es “el Enviado” del Padre para salvar al mundo (Jn 3,17; 4,34.42; 5,24; 9,4.7), cuya alegría está llamada a colmar los corazones de quienes creen en Él (Cf. Jn 15,11; 16,22).

Contemplar sus pies-sandalias desde el exterior (ad extra), ¿qué dice al espectador?

    1. Expresa el cuidado providencial de Dios hacia su pueblo durante la peregrinación en el desierto: “Tus vestidos no se han gastado ni se te han hinchado tus pies durante estos cuarenta años” (Dt 8,4; Cf. 29,5). Mirando los pies de Jesús y su planta pura, el espectador-creyente es llamado a confiar, en todo momento y circunstancia, en la providencia divina.
    2. Caer a sus pies, descalzo y calzado, o abrazarlos significa homenaje o súplica: 1Sam 25,24; 2Re 4,27. Ante los pies de Jesús, Señor y Dios, el creyente que los contempla debe reconocerse siervo y sentirse llamado a postrarse, adorarle y confiarle todos sus afanes.
    3. Sentarse a sus pies indica discipulado o aprendizaje: Dt 33,3; Lc 10,39; He 22,3. Ante los pies de Jesús, Señor y Dios, el creyente que los contempla debe reconocerse como discípulo que se encuentra ante Jesús, su único Maestro.
    4. Poner algo a sus pies significará presentarle una ofrenda: He 4,35. Ante los pies de Jesús, el creyente que los contempla se siente llamado a ofrecerse a sí mismo como ofrenda agradable al Señor misericordioso (Lc 7,37-38; Cf. Rm 12,1-2).
    5. Al contemplar los pies de Jesús, el creyente recuerda que, como parte de su armadura cristiana, debe estar “calzado” con el celo por ser testigo y anunciar a Cristo-Jesús y “el evangelio de la paz” (Ef 6,5; Cf. Rm 10,15)..

Queda, en fin, una última cuestión: y, a ti, ¿qué te dice el icono?

Querido internauta: si te ha gustado este comentario, ¡no le des a “like”! (básicamente porque no vas a encontrar dónde hacerlo…), pero si quieres aprovechar el contenido para usarlo en algún otro lugar, te agradeceremos que menciones esta web. La Virgen María, Madre de Dios de la Pasión, te ampare.

 

Galería de imágenes

Volver
ACCESO PRIVADO
Regístrate para acceder al área privada

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies