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Rincón carmelita

2 noviembre, 2019 / Carmelitas
María, Simón Stock, los fieles difuntos, el purgatorio y las promesas del Escapulario

Según ya hemos adelantado en una primera presentación del Santo Escapulario en nuestra página, la historia del mismo está asociada a la Virgen María y a la feliz victoria de la vida sobre la muerte, mediante la figura de Simón Stock. Quisiéramos aprovechar el mes de noviembre en que solemos llevar más presentes en la oración a los difuntos, para ir ampliando poco a poco un mayor acercamiento al Escapulario.

En nuestra Orden, tradicionalmente, se hace gala de las dos promesas marianas a los que llevan el Escapulario de la Virgen del Carmen. Ambas tienen que ver con el paso de la muerte, y con la suerte que corren los difuntos. Presentadas sencillamente:

    1. La primera asegura que quien porta el Escapulario muere con la promesa de la salvación eterna, esto es en gracia de Dios;
    2. y la segunda, además, afirma que quien muera con él, no habrá de padecer la purificación del purgatorio más allá del primer sábado que suceda a su muerte.

En la iconografía de la Virgen del Carmen a menudo hay representaciones de las dos promesas, si bien, según la tradición, una fue hecha a San Simón Stock y la otra a quien llegaría a ser el papa Juan XXII. Es innegable que la estética y sensibilidad actuales chocan frontalmente con muchas de esas representaciones artísticas, pero quizás sea en parte porque recuerdan algún misterio que nos atemoriza o no queremos considerar: la muerte, el sufrimiento, el purgatorio… Sin alargarnos ahora sobre las representaciones, desde hoy mismo, detengámonos en la primera promesa. Más adelante abordaremos la segunda. El texto más antiguo que conocemos que la fundamente es el siguiente:

“San Simón fue un inglés, hombre de gran santidad y devoción, el cual siempre pedía a la Virgen en sus oraciones que favoreciera a su Orden con algún privilegio singular. La Virgen se le apareció teniendo el Escapulario en su mano y diciendo: Este será un privilegio para ti y para todos los carmelitas: el que muera con él no padecerá el fuego eterno, o sea, quien muera con él, se salvará” (Catálogo de los Santos Carmelitas, de principios del siglo XV).

El texto es muy breve y demasiado tardío (s. XV) para dar datos detallados fiables del suceso de la aparición, que se suele datar en el siglo XII. Ello no impide que algún día, quizás, aparezca en relación a Aylesford un testimonio más cercano a la época de san Simón Stock que pueda sostener la historicidad de la aparición o de la promesa de la Virgen. Lo que sí podemos concluir a partir de este texto es que no consta:

    • ni que hubiera ángeles en su visión,
    • ni la fecha en que tuvo lugar: no se dice que fuera un 16 de julio. El 16 de julio fue el día que los carmelitas escogieron para dar gracias a la Virgen por todos los privilegios que habían recibido bajo su amparo. Originalmente se celebró el 17, pero como en la Europa del Medioevo caló una gran devoción por santo Alejo de Roma, se cambió al 16.
    • ni siquiera consta que la aparición fuera en circunstancias de peligro de extinción para la orden y que san Simón Stock pidiera a la Virgen con esa intención de protección.
    • tenemos otros problemas no menores: es difícil identificar con rigor histórico al beneficiario de la visión (un general de la orden, un simple fraile carmelita inglés…).

Por todo ello, es indefendible pretender tener argumentos para obligar a nadie a adherirse con fe en el sentido fuerte de la palabra al hecho de la aparición de la Virgen. Si la Iglesia ha discernido y aprobado como saludable la piedad carmelitana respecto al Escapulario es, como lo hace en los casos de apariciones marianas, subrayando su armonía con el depósito de la fe, sin añadidos novedosos, y destacando la gracia divina y los frutos de conversión, curación… que conllevan. En nuestro caso, lo que se pone de relieve es la piedad con que se presume que vive quien mide el sentido del vivir y del morir y se abre y anhela la vida eterna con Dios confiando en la intercesión de la Virgen María.

(Para conocer la imagen destacada, véase el enlace)

 

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