Los días 6 al 8 de mayo de 2025, el Grupo de Mayores del Carmelo de la Parroquia Sta. María del Monte Carmelo inició su peregrinación a Fátima. El lugar donde se hospedaron fue la Casa-Hotel San Nuño, que los carmelitas de Portugal gestionan junto a la Basílica del Rosario y la Capilla de las Apariciones. Cristina, Paco, Carmen, Inés y Elena fueron los encargados de los preparativos y la logística. Los 45 peregrinos emprendieron el viaje y combinaron la oración, las catequesis y la visita a los lugares marianos y carmelitas previstos. Además de la visita a Fátima, la casa de los Pastorcitos, el encinar del Via Crucis, el grupo también pudo visitar el Monasterio de Batalha, donde está enterrado el rey Juan I de Portugal. Este monumento, joya del gótico manuelino portugués, fue mandado construir por el Condestable Nuño Álvarez Pereira. Después de ingresar en la Orden del Carmen, cambió su nombre por Fray Nuño de Santa María. Éste fue canonizado por el papa Benedicto xvi en el año 2009.
El Rosario y el Escapulario alimentaron milagrosamente la fe de un pueblo, en la noche oscura y prolongada de la persecución religiosa de 1917 cuando en Portugal se le privó a la gente de la libertad religiosa. Hoy, en lugares en que, por una u otra causa la Iglesia vive aún en catacumbas, nos encontramos con que estas dos devociones tan antiguas han sobrevivido a la persecución y han mantenido ardiente la lámpara de la fe de los sencillos. Fátima nos ayuda a recuperar el don de la piedad y a poner nuestro centro en Dios. No estamos hablando de devociones a bobas ni nos estamos refiriendo a “poner cara de estampita”, sino un auténtico espíritu religioso de confianza filial y abandono total a Dios. Se trata de recuperar la capacidad de orar con amor y sencillez, que caracteriza a los humildes de corazón. El don de la piedad suscita en quien lo vive la gratitud y la alabanza. El don de la piedad nos hace capaces de gozar con quien experimenta alegría, llorar con el que llora, estar cerca de quien está angustiado, acoger y socorrer a quien atraviesa necesidad. El don de la piedad que nos da el Espíritu Santo nos hace apacibles, serenos, en paz con Dios, al servicio de los demás con generosidad desbordante.
¡Madre, Hermosura y Reina del Carmelo! Son muchas las gracias que he recibido de tu Hijo Jesús a lo largo de toda mi vida por mediación tuya. Por ello, hoy vengo a darte las gracias y a consagrarme a ti en cuerpo y alma. ¡Madre! Te ofrezco mis ojos para mirarte, mi voz para bendecirte, mi vida para servirte y mi corazón para amarte. ¡Madre y hermosura del Carmelo, concédeme: “Conocerte, amarte, imitarte e irradiarte para mejor conocer, amar, imitar e irradiar a tu Hijo Jesús”! Amén.
Peregrinación, Fátima 6-8 mayo 2025.