Con el fin de participar en la ordenación presbiteral de Fray Jean-Luis García Pérez, el Prior Provincial, P. Salvador Villota Herrero, ha viajado a la República Dominicana y visitado a los hermanos carmelitas que se encuentran en esta preciosa isla caribeña. No ha podido, en esta ocasión, viajar a Puerto Rico, si bien ha podido tener contacto con los hermanos puertorriqueños a través de los PP. Pablo Roberto de la Cruz, Julien Étienne y Leonardo Montes, quienes, por diversos motivos, han estado estos días en Santo Domingo. También pudo hablar con el P. Jesús Monreal para interesarse por su estado de salud y desearle una pronta recuperación tras la desfibrilación que le fue realizada el martes, 22 de julio.
El Provincial llegaba a Santo Domingo el jueves 17 y, junto a la fraterna acogida de los hermanos carmelitas, también le recibía el intenso y elevado calor estival propio de estas fechas. Al atardecer de este día, presidió la misa en la parroquia de La Inmaculada, acompañado por Fray Pedro Rodríguez. En la mañana del día siguiente, celebró la misa en el convento-seminario “San Tito Brandsma” y bendijo el cáliz, la patena, la casulla y la estola que Fray Jean-Luis iba a utilizar una vez ordenado sacerdote.
La ordenación de nuestro hermano tuvo lugar el sábado 19 a las 9.00 de la mañana en la Catedral Primada de América “Santa María de la Encarnación”, en Santo Domingo. Le ordenó el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Mons. Francisco Ozoria Acosta, quien subrayó en su homilía la necesidad de que el ordenado —y todos los sacerdotes— tome conciencia de haber sido “escogido por Dios, ungido por el Espíritu y enviado por Cristo-Jesús para santificar al pueblo de Dios mediante la celebración de los sacramentos y el anuncio del Evangelio. Y debe saber, además, que él no es un funcionario de las cosas de Dios, sino un sacramento de Jesucristo en su propia existencia”. Al final de la celebración tuvo lugar un suculento banquete preparado en la cancha polideportiva del Colegio de San Pío X.
El mismo sábado, por la tarde, Fr. Jean-Luis celebró su primera misa en el Santuario arquidiocesano “Nuestra Señora de la Altagracia”, acompañado por los hermanos carmelitas, así como por su familia y numerosos amigos y fieles. El domingo, día 20, el Prior Provincial también le acompañó en su primera misa de la parroquia de La Inmaculada a las 11.00 de la mañana; parroquia en la que Fr. Jean-Luis había estado años atrás ayudando en la pastoral de jóvenes y realizado el servicio de sacristán. Previamente a esta eucaristía, el Prior Provincial estuvo en la parroquia de Santa Teresa de Jesús, donde celebró la misa dominical en honor de San Elías Profeta, y en la que participó un nutrido y animado grupo de fieles.
En la mañana del lunes 21, el Prior Provincial presidió la misa en el seminario y por la tarde celebró también la misa de 18.00 en la parroquia de La Inmaculada, donde, seguidamente, impartió a los grupos de pastoral familia y vida de la parroquia una reflexión sobre “El amor agradecido a la luz de la conversión de San Pedro y San Pablo”.
El día 22 visitó por la mañana a las monjas carmelitas de Santo Domingo y celebró la misa de la comunidad. Por la tarde concelebró, en la parroquia de Santa Teresa, en la misa de acción de gracias por el segundo aniversario de la ordenación presbiteral de los PP. Julien, Roudelin-Esteban y Robert. El final de esta jornada concluyó con una sabrosa y fraterna barbacoa en el jardín del seminario-convento de san Tito Brandsma.
El miércoles 23 de julio, el Prior Provincial viajó a Sabaneta y compartió con los hermanos de aquella comunidad unas horas. De paso, saludó también a las monjas carmelitas de La Vega. A lo largo del día 24, el Provincial tuvo coloquios con algunos hermanos y el día 25 presidió nuevamente la misa de la comunidad en honor del Apóstol Santiago, a cuya intercesión confió la fe de todos los hermanos de la Provincia de Aragón, Castilla y Valencia.
Es de agradecer la acogida y ambiente fraterno vivido estos días. Esta experiencia confirma que jamás debemos olvidar que las dificultades, que nunca faltarán en la convivencia, no deben empañar la grandeza de la vida comunitaria que, gracias a Jesucristo y entregados a su servicio, se nos concede vivir dentro del Carmelo, para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Que nuestra Madre y Hermana, la Virgen del Carmen, nos ayude en nuestro caminar y nos conduzca hasta la cima del Monte donde, encontrándonos con Dios, uno y trino, viviremos definitivamente la bienaventuranza prometida y anhelada.