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12 enero, 2022 / Carmelitas
Adoración de Sta. María del Monte Carmelo: 10º aniversario. Madrid-Ayala, 10 enero 2022

El día 10 de enero de 2022, en la cripta de la Parroquia de Sta. María del Monte Carmelo, se celebró el 10º aniversario de la adoración al Santísimo Sacramento. “Las hazañas de Dios suelen ser discretas, no hacen ruido” -indicaba el P. Desiderio García, O.Carm., Prior Provincial-. Sin embargo, es momento de hacer un alto en el camino y darle gracias a Dios por el derroche de beneficios recibidos durante esta década en la adoración.

Presidió la adoración y la Eucaristía Solemne el P. Xavier Varella Monzonís, actual párroco. Animaron la liturgia de la adoración, con los cantos, Fray Péter Bozi, O.Carm., de la comunidad carmelita de Salamanca, y el P. Petrus Harsa, O.Carm. y el P. Luca Zerneri, O.Carm., de la comunidad de Madrid-Ayala. Concelebraron la eucaristía junto con el párroco, el P. Alfonso Carlos Grau, O. Carm. , prior de la casa, y el P. Desiderio García, O. Carm.

El Prior Provincial, P. Desiderio García Martínez, O.Carm., fue el encargado de dirigir la charla previa titulada: “La adoración y la alegría de vivir”. En su alocución dio gracias a la comunidad carmelita, al párroco actual P. Xavier Varella Monzonís, O.Carm., y a Dña. Pastora Ibáñez R. de Torres, que, hace una década, impulsó con tesón y empeño el grupo de adoradores. Gratitud extendida, en su nombre, a todos los que durante estos años han servido como adoradores, suplentes, encargados de la logística-, en definitiva al Cuerpo de Cristo, que, de forma silenciosa han estado como el discípulo amado reclinando la cabeza en el corazón del Maestro.

Como indicó el Prior Provincial en su reflexión:

“Mattá el Meskín, monje ortodoxo y copto, figura importante en la recuperación del monacato en Egipto, y que revitalizó el monasterio de san Macario el Grande (entre El Cairo y Alejandría), era un hombre de ciencia, farmacéutico, el cual abandonó un día su vida acomodada, entregándose de lleno a la adoración. Decía: “Cuando vuelves la mirada a Cristo en la adoración, su imagen se imprime secretamente en tu interior, sin que llegues ni tan siquiera a sospecharlo. Recibes su vida y la “luz de su rostro” (Sal 4,7)”. Más adelante apuntará: “¡Este acontecimiento tiene su correspondencia en el mundo físico. La ciencia certifica que cuando un cuerpo se expone a la acción de un material radioactivo, recibe la radioactividad en proporción al tiempo de exposición. Lo mismo sucede delante del Santísimo Sacramento. De forma misteriosa, al exponernos una y otra vez ante Jesucristo, Luz del Padre y Luz del mundo, somos invadidos y transformados en su imagen, convirtiéndonos, allí donde vayamos, en lámparas encendidas de su Amor”. Un adorador, expuesto al calor de la presencia de Jesús, es un ser radioactivo que viene a proyectar allí donde está la vida en abundancia recibida. Este milagro es lo que ha sucedido secretamente en la cripta de la Parroquia de Sta. María del Monte Carmelo, durante estos diez años de adoración”.

“¿Cuál es la misión del adorador que experimenta la verdadera alegría del encuentro personal con Cristo? ¿Autocomplacerse? ¿Dar lecciones de felicidad al resto? ¿Vivir centrado en una especie de aristocracia espiritual? Algunos piensan que la adoración es para un grupo de ‘angelicales’, ‘beaturrones’, gente que se desentienden de las cosas del mundo. Nada más equivocado. El adorador, si es auténtico y verdadero, es el primero que dobla el espinazo; el primero que escucha al otro; el primero que sirve; el primero que se levanta a dar de comer al pobre; el primero que viste al desnudo, que visita al enfermo; el primero que controla la lengua: el primero que no juzga a quien opina y piensa de forma distinta… La adoración ya no es una ‘devoción a bobas’ sin más, es un “estilo de vida”. El verdadero adorador hace bandera de la consolación, y no va por la vida de la misma manera. Durante la adoración muchos dolores circulan en el ambiente esperando su redención y su consolación. Ninguno se queda sin despachar… El sufrimiento es una encrucijada en el que o se va hacia lo sublime o se va hacia el absurdo. No hay una respuesta racional; no sabemos explicar nuestros sufrimientos. No sé ustedes, pero yo no conozco respuestas satisfactorias al sufrimiento fuera del misterio de Cristo. Las respuestas humanas, filosóficas, científicas, siendo necesarias, suelen ser poco satisfactorias. En la adoración queda alumbrado cada dolor de la humanidad”.

Un momento de gracia para la Parroquia carmelita de Sta. María del Monte Carmelo.

 

 

 

 

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