Llega una vez más la Memoria de la Obra Social de la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Zaragoza. Sirva de presentación la introducción de D. Alejandro Ratia comentando la escultura de Manolo López García, “Pareja paseando bajo un paraguas”, la cual sirve para ilustrar la portada.
“Al escultor Manolo López García, en los años setenta, le llegaban numerosos encargos de arte público. Su pericia con el hierro se aliaba con sus temas. Sabía construir símbolos con los personajes y el lenguaje de su tiempo. Rafael Barnola, director de Parques y Jardines en Zaragoza, lo fichó oportunamente para dar vida al primer tramo de Marina Moreno (hoy Paseo de la Constitución) con la idea de modernizar la estatuaria urbana. La ciudad acababa de descubrir a Gargallo, pues la Diputación acaba de adquirir su “Profeta”. De algún modo, Manolo López heredaba del maestro el sabio uso del hierro. Con carta blanca para elegir asunto, recurrió a su propia biografía. Aunque nacido en 1938 en un pueblo de Valladolid (Castrejón de Trabancos), había vivido en Madrid desde niño. Recordó su noviazgo, y la lluvia en la gran ciudad como excusa perfecta para apretarse bajo el paraguas. Ese es el origen de nuestra original fuente. Una pareja a la moda del momento (pantalón de campana, minifalda), pero imagen ya intemporal del amor. Los recuerdos del artista poblaron otros rincones del paseo. Unos niños con regaderas o mangueras servían de fuentes para beber. Los modelos fueron su hijo y sus amigos. Estas otras esculturas han desaparecido, víctimas de la rapiña. La pareja, bajo su paraguas, sigue allí, bien que mudada de hierro a bronce. El tiempo y el agua deterioraron el original, y el propio artista realizó la nueva versión, con la previa como molde. Desde una experiencia personal, esta obra se ha hueco en la vida de los zaragozanos.
Manolo López no ha dejado de realizar versiones reducidas, que han servido para conmemorar bodas de plata y de oro. Por cierto, el artista me cuenta que falta poco para que Piedad, aquella novia suya, y él cumplan sesenta felices años de casados. La vinculación de Manolo López con Zaragoza ha sido intensa. Entre otras cosas, uno de sus hijos vive aquí. Y aquí, en 2013, protagonizó una importante individual en el Torreón Fortea. Curiosamente, las vitrinas de la Parroquia conservan una obra suya, el premio de la Peña Solera Aragonesa, recibida por nuestra Obra Social en 2008. Este artista no sólo nos da permiso para reproducir su trabajo en la portada, sino que está feliz de colaborar con nosotros, cosa que me trasmite por teléfono. Con la escultura de Manolo López, este año hemos salido a la calle. La calle siempre es una buena escuela de realidad. Esta es una de esas esculturas con la que convivimos, de las que disfrutan pobres y ricos, quienes tienen techo y quienes no. Como toda obra de arte, es múltiple en significados. A menudo se utiliza la metáfora del “paraguas social”. Se refiere a estrategias para la protección de colectivos vulnerables, sobre todo en tiempos de crisis. Algunos políticos hablan de no dejar a nadie atrás. Todos sabemos, no obstante, que estas coberturas son frágiles, y que estos paraguas se rompen fácilmente o se pliegan antes de que escampe. Muchas veces, se diseñan laberintos burocráticos, hoy digitales, en los que se pierden los más débiles. Una labor continuada y realista, como la desarrollada por nuestra Obra Social, atiende a aquellos flancos que quedan desprotegidos, intentando ser ágiles a la hora de localizarlos. Una protección en forma de vivienda, comida, enseñanza, asistencia social… de acogida, en suma. La escultura de Manolo López es un canto al amor, desde luego, pero también una imagen del cobijo frente a la intemperie, un cobijo que no es sólo material, un paraguas, sino humano. Un cobijo que ofrece esta Obra Social que quiere parecerse a una familia”.
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