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Canonización de Tito Brandsma, O.Carm
14 mayo, 2022 / Carmelitas
¡Sigue la canonización de Tito Brandsma en directo!

Tras dos años largos de limitaciones de aforos por pandemia, ha habido acumulación de beatos que esperaban la canonización. Por orden alfabético, para el 15 de mayo de 2022 se han dado cita en los altares a las 10:00 de la mañana (hora española):

En primer lugar, nuestro querido ¡¡Tito Brandsma O.Carm!!, Lázaro (llamado Devasahayam), César de Bus, Luis María Palazzolo, Justino María Russolillo, Carlos de Foucauld, María Rivier, María Francisca de Jesús Rubatto, María de Jesús Santocanale, y María Domenica Mantovani.

Aquí podrás ver la canonización en directo desde la plaza san Pedro del Vaticano (insistimos, 10:00 de la mañana, hora en España, es decir, GMT+2, comprueba la hora que corresponde en tu país). También, por cortesía de la Oficina de las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice puedes descargar en pdf el LIBRITO LITÚRGICO DE LA CELEBRACIÓN.

Y, ¿quieres aprender algo del rito de canonización? Te lo contamos:

El rito de la canonización – Es el momento final y concluyente de un largo y minucioso proceso por el que el Sumo Pontífice, mediante un acto solemne en el que interviene su infalibilidad, establece que un beato pueda ser inscrito en el Libro (Catálogo) de los Santos, es decir, la lista oficial de los que son venerados como tales en la Iglesia católica, y que su memoria sea celebrada en la Iglesia universal.

En la historia – La Iglesia, desde sus orígenes, siempre ha rendido especial veneración a los Apóstoles y a los Mártires, «celebrándolos con particular veneración junto a la Santísima Virgen María y a los santos Ángeles, e implorando piadosamente la ayuda de su intercesión» (Juan Pablo II, Constitución Apostólica  Divinus perfectionis Magister). A lo largo de los siglos, la comunidad cristiana extendió el recuerdo litúrgico a otros de sus hijos que, aunque no habían derramado sangre, dieron un testimonio heroico de los compromisos del Bautismo con un ‘martirio’ (‘testimonio’) espiritual y cotidiano. Así entraron en la veneración del pueblo de Dios, junto con los mártires, otros confesores de la fe: pastores, ascetas y vírgenes que realizaron la idea originaria y constitutiva de la santidad bautismal como conformidad con Cristo virgen, pobre y obediente (cf. Introducción Letanías de los Santos) y, finalmente, todos los demás, a quienes el ejercicio singular de las virtudes cristianas y los carismas divinos recomiendan a la piadosa devoción e imitación de los fieles (cf. Juan Pablo II, Const. Ap. Divinus perfectionis Magister).

El Rito – El solemne acto conclusivo de la canonización tiene lugar dentro de la celebración eucarística, el sacramento en el que el santo pueblo de Dios se reúne en santa asamblea para celebrar el Misterio Pascual de Cristo, el “Tres veces Santo”. El rito incluye, tras el saludo eucarístico inicial (“La paz esté con vosotros”), antes del acto penitencial se entona:

El himno Veni, creator Spiritus: es el himno dirigido al Dador de toda santidad; el don de los nuevos santos es como “una nueva epíclesis” sobre la Iglesia.

Cuando concluye el himno tiene lugar la petición al Papa de canonización de los beatos.

Petitio: el Prefecto de la Congregación para los Santos, acompañado de los postuladores, pide al Santo Padre que proceda a la canonización de los beatos cuya biografía y virtudes heroicas reseña.

Terminada la evocación de las biografías, el Papa invita a todos a orar y se entona la solemne letanía de los santos:

Letanía de los santos: en la liturgia, el cielo se abre y la asamblea terrestre se une a la celestial para entonar ese himno eternamente cantado en las mansiones celestiales; se pide la intercesión de los santos entre los que se contarán los nuevos canonizados.

Concluido el canto de la letanía de los santos, el Santo Padre dice una oración e inmediatamente después, se sienta en la sede con la mitra y con el báculo en mano, y pronuncia la fórmula de canonización.

Fórmula de canonización: mediante este acto oficial y solemne, el Santo Padre declara y define al beato como “santo”, autorizando la celebración de la memoria litúrgica para la Iglesia universal.

Dado el especial carácter universal y solemne de este acto eclesial, se usa la fórmula original latina:

“Ad honorem Sanctae et Individuae Trinitatis, ad exaltationem fidei catholicae et vitae christianae incrementum, auctoritate Domini nostri Iesu Christi, beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra, matura deliberatione praehabita et divina ope saepius implorata, ac de plurimorum Fratrum Nostrorum consilio, Beatos N. et N, Sanctos esse decernimus et definimus, ac Sanctorum Catalogo adscribimus, statuentes eum in universa Ecclesia inter Sanctos pia devotione recoli debere. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.”

(Su traducción al español es esta:

“En honor a la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos Santos a los Beatos N. y N., y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”)

¿Un detalle? La fórmula de canonización, al menos hasta ahora, no se encuentra impresa en ningún libro litúrgico, pese a la bella apariencia de la foto. En realidad, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas del Santo Padre la imprime junto con todas las oraciones y ritos propios en un folleto que es justo del tamaño del Misal Romano, y lo coloca dentro del Misal. Así que el acólito sostiene el Misal, pero el papa en realidad está leyendo el folleto que preparó la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas.

Después, se entona el Iubilate Deo, y mientras algunas personas llevan reliquias de los nuevos santos y las ponen en una peana colocada junto al altar, y ponen velas y flores a su alrededor. Colocadas, un diácono las inciensa.

Himno de alabanza y acción de gracias: dirigido a Dios, por el don de los nuevos santos.

Concluido el Iubilate Deo, el Cardenal Prefecto le agradece al papa la canonización en nombre de la Iglesia, y le pide que disponga la redacción de las Carta Apostólica de la Canonización realizada, a lo que el Santo Padre responde: “Lo ordeno”.

Acción de gracias: el Prefecto de la Congregación para los Santos, junto con los postuladores, agradece al Santo Padre y le pide que proceda a la redacción de la Carta Apostólica relativa a la canonización.

Tras esto, omitiendo el acto penitencial inicial de la celebración eucarística, se canta el Gloria y la Misa continúa como de costumbre.

Los signos que acompañan el Rito

Las flores junto a las reliquias: para recordar que los santos, especialmente los mártires, son semilla de nuevos cristianos y que de su testimonio, injertado en el sacrificio de Cristo (cf. Jn 12,24-26), florece la frescura del mensaje evangélico y la vitalidad de la Iglesia actual.

La veneración de las reliquias: se realiza mediante la ofrenda de incienso por parte de algunos representantes del pueblo de Dios, para decir que la santidad es “la” llamada de todos los bautizados y que el “Santo”, reconocido oficialmente por la Iglesia, procede del pueblo santo de Dios en el que ejerció sus virtudes.

El estandarte con el rostro: el santo, que ahora forma parte de la hueste celestial de los santos, tiene un nombre y un rostro. Lo que el rito quiere recordarnos “es sobre todo la llamada a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros, esa llamada que también os dirige a vosotros: ‘Sed santos, porque yo soy santo'” (Lv 11,44; 1 Pe 1,16) (Francisco, Ap. Ex.  Gaudete et Exsultate 10).

San Tito Brandsma, ¡ruega por nosotros!

 

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